martes, 24 de marzo de 2009

SEGURIDAD SOCIAL Y SANIDAD

Los medios de comunicación políticamente correctos critican la campaña iniciada por la Iglesia en contra de la Ley del Aborto, tanto vigente como su ampliación. Los falangistas nos oponemos a este atentado contra la vida humana que pretende ser institucionalizada por el gobierno y que, me permito recordar, el gobierno de derechas del Partido Popular no abolió. Les resulta inconcebible a nuestros gobernantes que la gente pueda manifestarse rechazando los logros progresistas del señor ZP. En realidad lo que sucede es que los socialistas han perdido el Norte del verdadero progresismo.
Para los falangistas del siglo XXI los avances sociales deben ir encaminados a elevar el nivel de vida de los españoles, tanto a nivel económico como sanitario. ¡Qué pocos levantan la voz por un sistema sanitario digno! Creemos que todo ya ha sido conseguido y nada más lejos de la realidad. Basta dar un vistazo a nuestro alrededor y comprobaremos las múltiples deficiencias de nuestro sistema.
Hoy por hoy las urgencias hospitalarias se colapsan cada dos por tres. Los centros de salud carecen de medios adecuados, la Seguridad Social no cubre todas las prestaciones sanitarias, los medios de prevención resultan a veces inútiles y contraproducentes, la investigación es elitista y ajena a su praxis social.
Pero no nos preocupemos, el gobierno preconizó la vacuna masiva de niñas contra el cáncer de útero y nos encontramos que en la actualidad hay asociaciones que advierten de esta locura planificada con fines electoralistas. Por ejemplo la asociación Centro de Análisis y Programas Sanitarios, después de recoger 8000 firmas entre la comunidad científica, solicita una moratoria en la aplicación de la vacuna. El Sistema Español de Farmacovigilancia ha registrado 103 casos de reacciones adversas. Dos de ellas ingresas en la UCI del Hospital Clínico de Valencia. Todavía se desconocen los efectos secundarios que se manifestaran a largo plazo en todas las niñas vacunadas.
Unas simples gafas, necesarias para todas las personas con una miopía superior a las 2 dioptrías corren del bolsillo del trabajador, cuando en realidad deberían entrar dentro de la Seguridad Social. Lo mismo ocurre con las dentaduras o los audífonos para personas con deficiencias graves. Si tienes una visión defectuosa y quieres operarte de la vista no te preocupes, vete a una clínica privada y paga a cambio el otro ojo de la cara.
El progreso es invertir en investigaciones científicas que, en el caso de la sanidad, permitan tanto la prevención como el tratamiento de las enfermedades, elevando los conocimientos y medios de nuestros sanitarios. Por cierto, hace poco (3 o 4 años) se gastaron una millonada en la construcción de un aulario dentro del Hospital General de Valencia. Quien lo proyectó, o más bien lo ordenó proyectar, tuvo una gran visión de futuro. En la actualidad hay una docena de barracones tercermundistas, que sirven como aulas, diseminados como champiñones por la explanada del hospital.
Desde el sistema te dicen que no te preocupes por eso, no estamos en el tercer mundo. ¿No se colapsan las urgencias hospitalarias cuando hay una simple gripe que ataca con virulencia a la población? Por cierto, siempre tratan de evitar la palabra epidemia porque eso supondría una mayor inversión en medios y personal para tratar las enfermedades.
Si hablamos de los hospitales no debemos olvidar los Centros de Salud. Tenemos que estar vigilantes pues cuando nos damos cuenta, después de haber estado horas esperando el turno, nos tiran a la calle en una consulta donde apenas hemos permanecido más que escasos minutos.
Cosas como estas nos llevan a pensar que es mejor la sanidad privada que la pública, imitando el modelo americano. Así las administraciones construyen hospitales y residencias para la tercera edad, que luego dejan en manos de empresas privadas ¡Les estamos regalando los hospitales! ¿Quiere esto decir que los trabajadores de la administración son ineficaces y pésimos gestores? Nada más lejos de la realidad. Nuestros políticos, sean de uno u otro color, privatizan los servicios públicos porque no quieren aumentar el gasto social, algo que no beneficiaría sus sueldos desorbitados y ocultan la mala gestión de los responsables políticos.
También resulta curioso ver como el mismo médico que te atiende con prisas en la seguridad social es el que pierde todo el tiempo del mundo atendiéndote en su consulta privada. Los falangistas no estamos en contra de la sanidad privada, pero que se la paguen ellos.
El verdadero progreso, en lo relativo a la sanidad, debe ir encaminado a revisar todo el sistema sanitario español.
Debemos exigir, entre otras cosas, lo siguiente:
- Mejorar los Centros de salud locales, e incluso acercar la asistencia sanitaria en aquellos lugares desplazados.
- Reducción del número de pacientes por médico. Mayor tiempo de atención por enfermo.
- Control exhaustivo de la calidad, científica y humana, de los profesionales de la medicina
- Incompatibilidad de ejercicios. Todo médico de la sanidad pública no podrá ejercer sus funciones en la sanidad pública.
- Mejora de los medios formativos profesionales en la sanidad pública.
- Racionalización de la gestión pública sanitaria.
- Ampliación de coberturas sociales para los aparatos ortopédicos necesarios para las personas (incluidas gafas, audiófonos, dentaduras, etc.)
Son demasiadas cosas para que el sistema se pueda dedicar a parchear. Es por tanto una tarea revolucionaria el mejorar la sanidad pública. Esta tarea solo puede ser llevada a cabo por los revolucionarios, por la revolución nacionalsindicalista.
Por la Patria, el Pan y la Justicia.
Por una vida digna.
ARRIBA ESPAÑA







LARRA

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